Estar soltero en San Valentín no significa que no puedas consentirte un poco … ¡o mucho! Al fin y al cabo, es una celebración del amor. ¿Y qué mejor forma de quererse a uno mismo que con un delicioso desayuno, un lujoso almuerzo o una suculenta cena? Lo mejor de todo es que no tendrás que preocuparte de los gustos de nadie más ni frenarte a la hora de repetir. En este día, convierte tu lista de compras en una carta de amor contigo como destinatario y quiérete como te mereces.
Empieza el día a lo grande con un desayuno de película. Puedes incluir waffles con mermelada, huevos benedictinos con deliciosa salsa holandesa, una pila de hot cakes con chocolate o tus tost preferidos. Usa ingredientes frescos, que además puedes utilizar para elaborar otras recetas. Acércate a tu mercado más cercano, un delicatesen o una buena carnicería y llena tu refrigerador de toda clase de delicias.
Evita restaurantes llenos y a multitudes de comensales devorando un menú con precio fijo y transforma tu cocina en un festival para los sentidos: pon música, modula las luces y sírvete de un delicioso bufet preparado especialmente por y para ti.
San Valentín es el día más dulce del año, así que los postres son imprescindibles. Además, nadie te impide alargar este día durante toda la semana: prepáralos en grandes cantidades y congela una parte para recordarte a diario lo afortunado que eres de tenerte.